El alma de nuestras tartas: PuraMiga
El sabor de lo auténtico
En PuraMiga, cada tarta es un lienzo donde la tradición se encuentra con la pasión. Nos enorgullecemos de usar solo los ingredientes más frescos y naturales, seleccionados con el corazón en la mano. Dejamos de lado los conservantes, los colorantes y los atajos, porque sabemos que la verdadera magia reside en la sencillez. Nuestras recetas son de las de siempre, las que nos conectan con los recuerdos de la niñez, con el aroma a hogar y con la calidez de los momentos compartidos. No solo horneamos tartas, horneamos historias, mordiscos de felicidad y trozos de pura artesanía. Cada bocado te recordará que lo bueno, si es honesto, es doblemente delicioso.
Hechas con tiempo y mimo
El arte de la repostería no se mide en la prisa, sino en el cariño y la paciencia. En PuraMiga, cada proceso se lleva a cabo con un cuidado excepcional, desde el amasado perfecto de la base hasta la decoración final. Respetamos los tiempos de cocción, de reposo y de enfriado para asegurar que cada tarta desarrolle su textura ideal y su sabor más pleno. No hay dos tartas exactamente iguales, porque cada una es el resultado de un trabajo manual, único e irrepetible. Detrás de cada dulce hay manos expertas, una mente creativa y un corazón que late por lo que hace. Por eso, al probar una de nuestras creaciones, no solo saboreas un postre, saboreas el tiempo y el mimo que pusimos en cada detalle.
Carrot Cake
Imagínate un abrazo cálido en forma de postre. Nuestra Carrot Cake es una obra maestra rústica: un bizcocho increíblemente húmedo y especiado, repleto de la dulzura natural de la zanahoria rallada, trozos de nueces crujientes y un toque reconfortante de canela. Pero el verdadero clímax es la capa generosa de nuestra crema de queso, sedosa y ligeramente ácida, que se funde perfectamente con el bizcocho, creando un equilibrio sublime. Cada bocado es un viaje, una sinfonía de sabores y texturas que te hará cerrar los ojos y sonreír.
Chocolate blanco y frutos rojos
Déjate seducir por la exquisitez de nuestra tarta de chocolate blanco y frutos rojos, una sinfonía de sabor y textura que despertará todos tus sentidos. Imagina la suavidad inigualable de una cremosa capa de chocolate blanco fundido, cuya dulzura aterciopelada se equilibra a la perfección con la explosión vibrante y ligeramente ácida de los frutos rojos más frescos: arándanos jugosos, frambuesas intensas y fresas dulces. Cada porción es un deleite visual y gustativo, el capricho perfecto para celebrar cualquier momento o simplemente regalarte una pausa de puro placer. Pruébala y descubre la fusión ideal entre la riqueza indulgente y la frescura natural.
Chocolate con caramelo, nueces y sorbete de naranja
Bajo una fina capa de glaseado de chocolate oscuro, se esconde una obra maestra de texturas y sabores. Un bizcocho húmedo y profundo se funde con un corazón de caramelo sedoso, que se entrelaza con el crujido de nueces tostadas, aportando un sabor terroso y reconfortante. Pero la verdadera sorpresa llega con un toque de audacia: una pequeña cucharada de sorbete de naranja, que con su acidez refrescante, rompe la riqueza del chocolate y el caramelo, limpiando el paladar y elevando cada bocado a una experiencia inesperada y sublime. Es un baile de contrastes perfectos, un postre que celebra la complejidad en cada detalle.
Limón y frutos rojos
Sumérgete en la frescura de una tarta que es pura luz y vitalidad. Su base de bizcocho suave, como una nube, sostiene una crema de limón brillante, que inunda el paladar con su acidez cítrica y vibrante. Sobre esta capa dorada, una lluvia de frutos rojos —frambuesas, moras y arándanos— explota en un estallido de sabor, aportando dulzura y un ligero toque ácido que equilibra perfectamente la intensidad del limón. Cada porción es un bocado de verano, una combinación que refresca y deleita, transportándote a un jardín soleado con cada cucharada.
Crema de naranja y vainilla
Imagina una tarta que evoca la calidez de un atardecer. Su bizcocho, suave y delicado, es la base de un relleno etéreo: una crema de vainilla que, con su dulzura clásica, se funde en la boca. Esta capa celestial se ve realzada por la vibrante presencia de la crema de naranja, que con su toque cítrico y brillante, aporta una explosión de luz y sabor. Es una combinación que, aunque simple, es extraordinariamente sofisticada, creando un equilibrio perfecto entre la reconfortante calidez de la vainilla y la refrescante chispa de la naranja. Cada porción es un bocado de pura armonía.
Moca
Sobre una base de bizcocho de chocolate oscuro, profundo y seductor, se eleva una crema de moca que despierta los sentidos. Es un postre para los amantes del café y el cacao, donde cada cucharada es un viaje de contrastes: la amargura elegante del café recién tostado se entrelaza con la dulzura reconfortante del chocolate, creando un sabor sofisticado y envolvente. La textura suave de la crema se combina con la esponjosidad del bizcocho, dejando un regusto persistente que invita a saborear cada instante. Es la perfecta unión de dos mundos, una tarta que es pura intensidad y placer.
Chocolate, flan y galletas
Imagina un postre que evoca recuerdos de la infancia y celebra la indulgencia en cada capa. Una base firme de galletas, crujiente y dulce, sostiene la columna vertebral de esta tarta. Sobre ella, un corazón de flan sedoso y tembloroso, con su sabor clásico y reconfortante a vainilla, se funde en la boca. Finalmente, todo se envuelve en un manto de chocolate denso y brillante, que con su amargor equilibrado, aporta la sofisticación final. Es una tarta que juega con texturas y temperaturas, una combinación que equilibra lo familiar con lo sublime en un bocado de pura nostalgia.
Fresas con nata
Bajo un manto de nata montada, etérea y ligera como una nube, se esconde una obra de arte sencilla y sublime. Una base de bizcocho esponjoso, delicadamente dulce, sirve de lecho para una cascada de fresas frescas, jugosas y de un rojo intenso que estallan en el paladar con su dulzura natural. La acidez suave de la fruta se entrelaza a la perfección con la suavidad láctea de la nata, creando un contraste irresistible. Cada porción es un bocado de pura primavera, una tarta que celebra la frescura y la simpleza de los ingredientes, transportándote a un jardín de verano con cada cucharada.
Piña con crema
Envuelto en una nube de crema suave y aterciopelada, se encuentra un bizcocho que es un verdadero tesoro tropical. La piña, jugosa y dulce, se carameliza ligeramente, liberando sus sabores más intensos que se entrelazan con la delicadeza de la crema. La acidez de la fruta rompe la riqueza de la crema, creando un equilibrio sublime que refresca el paladar. Es una tarta que evoca playas soleadas y brisa marina, una combinación de sabores que te transporta a un paraíso exótico en cada bocado, dejando un regusto dulce y tropical que invita a saborear cada instante.
Dulce de leche con chocolate
Sumérgete en la indulgencia de una tarta que es una sinfonía de placer. El bizcocho de chocolate, oscuro y profundo, sirve de base a una generosa capa de dulce de leche, que se extiende como un río dorado, sedoso y reconfortante. Este néctar dulce y lácteo se combina a la perfección con la intensidad del chocolate, creando un contraste irresistible entre el sabor terroso del cacao y la riqueza acaramelada del dulce de leche. Cada cucharada es un bocado de pura felicidad, una unión perfecta de texturas y sabores que te transporta a un mundo de placer.
Pistacho y nata
Sobre una base de bizcocho esponjoso, se asienta una crema de pistacho de un color verde pálido, casi mágico, que inunda el paladar con un sabor sutil y sofisticado, evocando la delicadeza de los frutos secos. Esta capa terrosa y ligeramente dulce se ve coronada por un generoso manto de nata montada, etérea y ligera como una nube, que con su frescura, equilibra y realza la riqueza del pistacho. Es una tarta que es un verdadero espectáculo de contrastes, una sinfonía de sabores que te transporta a un jardín de cuento en cada bocado.
Red Velvet
Imagina un bizcocho de color rojo intenso, que se eleva como un terciopelo suave y seductor. Su sabor es un delicado misterio, un equilibrio perfecto entre la ligereza del cacao y una dulzura sutil que se deshace en la boca. Esta base de ensueño se ve coronada por un glaseado de queso crema, blanco y cremoso, que con su acidez refrescante, contrasta a la perfección con la riqueza del bizcocho. Es una tarta que es una verdadera obra de arte, un festín para la vista y el paladar, una combinación de colores y sabores que te transporta a un mundo de elegancia y sofisticación.











